jueves, 29 de noviembre de 2012
CAMPOS DE TRIGO
Miró distraída a lo lejos, al infinito de sus dominios. Parecía desperezarse al alba pero estaba totalmente despierta pensando qué hacer.
Desde su atalaya podía divisar la extensa llanura. Todo a su alrededor eran campos de trigo y cebada que empezaban a tener el color del sol. Las nubes pasaban perezosas, sin prisas. De vez en cuando, una de ellas parecía pararse de repente, tapando los primeros rayos del sol de la mañana que bañaban la tierra; esa nube hacia de filtro y parecía que el mismo Dios alargara los dedos hacia ella, tocándola con dulzura, rozando su esbelto cuerpo, dándole un calor diferente y un respiro al verano que tenía encima.
El aire parecía que se aliara con las nubes y el sol, trayendo aromas y corrientes de calor que hacían que su instinto se pusiera en marcha. Pateó inquieta el suelo, alzó su cabeza y de su garganta salió un canto hacia el cielo. Parecía estar dando las gracias por un día más y por el retoño que tenía debajo de si. Había llegado la hora, no podía esperar más, desplegó sus alas blancas y negras, su vástago hizo lo mismo. Entonces, las dos cigüeñas volaron hacia el sol.
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Tus micro relatos no dejan indiferente a nadie y menos a mi, que envidio sanamente, tu manera de describir una escena con tan pocas y bellas palabras.
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